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Mapas nocturnos para pensar América Latina

Mapas nocturnos para pensar América Latina  

Un proyecto conjunto de la galería Vigíl González y Espacio El Dorado.
Visita el proyecto en Vigíl González aquí


Artistas. Astrid González (Medellín), Karina Aguilera Skvirsky (Nueva York), Julieth Morales (Silvia), Sebastián Calfuqueo (Santiago de Chile), José Ruiz (Bogotá), Natalia Iguiñiz Boggio (Lima), Fernando Nureña (Lima), Luz Adriana Vera (Bogotá).

 

Mapas nocturnos para pensar América Latina

Valentina Gutiérrez Turbay

 

La heterogeneidad de la que están hechos la mayoría de los países en América Latina
sufrirá un fuerte proceso de funcionalización. Allí donde la diferencia cultural es grande, insoslayable,
la originalidad es desplazada y proyectada sobre el conjunto de la Nación.
Allí donde la diferencia no es tan “grande” como para constituirse en patrimonio nacional
será “folklorizada”, ofrecida como curiosidad a los extranjeros.

Jesús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones. 

 

América Latina es una región que reúne unos países que comparten una historia violenta de colonialidad y esclavitud. Por lo mismo, desde distintas disciplinas, se ha buscado homogeneizar su historia y desafíos en un constante intento por abarcarla como una totalidad, borrando las particularidades de cada territorio. A esto corresponden las pretensiones de la prensa y de algunos intelectuales de leer la ola de estallidos sociales que inició en el 2019 como un fenómeno homogéneo. La realidad es que, cuando nos acercamos a cada caso, esta aproximación generalizadora se revela insuficiente, pues si bien el desgaste del modelo neoliberal y sus promesas incumplidas son el patrón común, los detonantes y manifestaciones en cada país son diferentes. 

En la cita que encabeza este texto, tomada del libro De los medios a las mediaciones de Jesús Martín Barbero, uno de los intelectuales que impulsan la creación de teorías y conocimiento desde América Latina, se enuncia uno de los grandes problemas de la región: todo aquello que vemos como diferente lo volvemos folclor en lugar de resaltar su pertinencia política. Así, en lugar de comprender las problemáticas locales, hacemos generalizaciones: el descontento expresado en las calles nos va a llevar a ser Venezuela y creer en la utopía socialista nos condenará a un régimen autoritario sin libertades individuales. A este terror por la diferencia se le suma el paradigma multicultural, el cual ha sido instrumental para construir los relatos nacionales y promover nuestros países como destinos turísticos y explotables. 

Esta caracterización de América Latina como una región paradisíaca, bananera y subdesarrollada ha sido útil para que las burguesías locales hagan acuerdos con grandes multinacionales para seguir explotando los suelos y a los habitantes, sea como mano de obra barata o como pueblos originarios destinados a embellecer una postal. Esta forma de relacionamiento entre los dirigentes de la región y el pueblo se acerca más a las relaciones feudales que a las de un acuerdo social propio de un país moderno. El modelo económico se sostenía sobre estas relaciones abusivas en las que los trabajadores estaban endeudándose para darle una mejor vida a sus hijos, quienes a su vez se endeudaban para darle una vejez digna a sus padres. Esto, sumado a otras violencias físicas y simbólicas, fue lo que se detonó en el 2019 y que sigue haciendo eco hasta el día de hoy. 

Los artistas son pensadores que a través de sus obras de arte dan cuenta de realidades complejas de expresar en palabras. Por eso, esta exposición contiene el trabajo de siete artistas latinoamericanos que en sus propuestas nos permiten comprender qué es lo que está pasando en la región. Contrario a lo que pueden creer muchas personas que no se interesan por el desarrollo de las escenas locales, los artistas de América Latina hacen arte para posicionarse, para hacer parte de la conversación. En una región en la que los grandes capitales están más interesados en comprar el próximo pintor de moda en Estados Unidos, los artistas locales tienen la libertad de pensar y producir para sus pares y para aquellos que buscan ser interpelados por los discursos críticos.  

Al no tener un mercado del arte sólido, con coleccionistas que apoyen el desarrollo de los artistas, estos han encontrado formas alternativas de sostenerse, desde la docencia hasta ser microempresarios en otros rubros. Así, el arte en América Latina depende de la persona que está comprometida con crearlo, quizás del que está dispuesto a exhibirlo y difundirlo. Definitivamente no depende del que tiene la capacidad de consumirlo.