Enfrentarse al presente y lidiar con las consecuencias de los procesos históricos que le preceden es una condición que desborda el marco de la responsabilidad cívica que implica pertenecer a una comunidad, sea cual sea su escala.
Asumir la realidad en medio de la bruma producida por la reconfiguración geopolítica, biológica y comunicativa, entraña un acto de audacia cuando el abismo se interpone agobiante entre los anuncios que auguran el cambio y las transformaciones efectivas.
Deslumbrados por la ilusión de renovación planteada por la constante aparición de soluciones parciales, somos testigos y dolientes de ciclos de malestar. Deliberada o involuntariamente, sigue a la orden del día el sometimiento a estructuras rígidas y caducas que no garantizan los mínimos vitales de bienestar material y espiritual para todos. Las expresiones sostenibilidad, inclusión y diversidad se vacían ante la conveniente inercia. La cobardía ante la reorganización de la vida humana supone una condena: las grietas de las ruinas que habitamos cederán y nuestro sucesivo desmoronamiento corresponderá con el desplome súbito de las certezas.
En medio del vértigo inmovilizador, el absurdo se presenta como la imposibilidad de encontrar sentido en un mundo operado por la irracionalidad. Sísifo, el ingenioso y mítico rey sentenciado a perpetuidad, se libera del castigo divino al mirar de frente al absurdo, reconocer conscientemente su condición y aceptar su destino.
El arte aparece como el espacio de posibilidad de un horizonte legible del tiempo contemporáneo. Sirviéndose de sus experiencias de vida, del reconocimiento de la pluralidad y la complejidad como elementos enriquecedores de la existencia y de diversas estrategias plásticas, los artistas, como Sísifo, emprenden proyectos en los que crean sistemas simbólicos que describen e interrogan a las mencionadas estructuras viciadas y condicionantes de las deficiencias que nos aquejan. Así, asumen y conquistan su lugar en el mundo con la fuerza de las imágenes que se despliegan en vectores cuya magnitud y dirección aún están por determinar.
Presentamos ‘Entrañar lo absurdo’ como un lugar de confrontación, afirmación y pensamiento sobre los caminos que nos han traído al hoy, en pleno reconocimiento de que la sensibilidad y la reflexión son pulsiones e invitaciones a la vida y la libertad.