Fabio Melecio Palacios
Colombia (1975)
Su obra está enmarcada en aspectos relacionados con lo social, lo cultural y lo político, alimentado de una búsqueda permanente por entender conceptos básicos sobre la identidad, lo laboral, la representación, lo relacional. Una problemática que abarca categorías como lo exento, las costumbres, lo cotidiano, lo negro, lo peyorativo, lo irónico y la relación con el otro.
En su obra emplea diferentes recursos para llegar a la concreción de sus trabajos, desde la performance, el dibujo, la fotografía, la pintura, el objeto escultórico y la instalación a través de diferentes materiales incluidos los reciclables.
La exploración es una constante en su proceso que está guiada por la intuición, las vivencias personales y lo que siente socialmente, donde el componente negro es el punto de partida para ubicarse en un plano horizontal involucrando una observación crítica y analítica de todos los contextos en los que se mueve.
Le interesa como artista negro la creación de piezas estéticas que provoquen, cuestionen e indaguen sobre lo mediático y sobre la densidad de la historia.
Proyectos individuales
El ejercicio de Fabio Melecio Palacio es en muchos aspectos autobiográfico, pues a partir de sus trabajos aborda las circunstancias sociales de comunidades invisibilizadas a las que su familia ha pertenecido, por lo cual su obra se enuncia políticamente para evidenciar los desequilibrios de poder, la inequidad social y la precaria supervivencia a la que se condena a los sectores menos favorecidos.
Palacios trabajó desde joven junto a su padre como cortero de caña de azúcar en diferentes ingenios de Valle del Cauca, un producto que ha incidido no solo en el progreso económico e industrial de esta región sino a demás en sus prácticas culturales durante los últimos tres siglos. Pero esta bonanza definida por la propiedad de la tierra, la tecnificación de los ingenios azucareros y la inclusión en un mercado internacional está marcada por el contraste en las condiciones de vida de quienes prestan la mano de obra para que sea posible. El reconocimiento de los derechos laborales de los corteros de caña ha sido una infructuosa lucha que las asociaciones conformadas por los mismos trabajadores han emprendido, en respuesta a las injusticias a las que se les ha tratado por parte de los terratenientes y los mismos ingenios, y ante la indiferencia e incluso represalias que el gobierno ha tenido contra este gremio cuando ha intentado exigir unas condiciones mínimas de trato justo.
El sistema esclavista con que había iniciado el proceso de la caña de azúcar durante la colonia parecería dejar ver sus secuelas en estas precarias condiciones a las que ha sido sometida la población afrodescendiente del Valle del Cauca, que es mayoritariamente la que se emplea en la labor de corteros.
Esta cercanía entre Palacios y los corteros le ha permitido indagar en sus costumbres, hábitos y vivencias, muchas de estas, consecuencia de sus exiguas condiciones económicas como es el caso de su precaria alimentación. La sopa de arroz con guiso ha venido a convertirse en la única posibilidad de comida que alcanza a tener la comunidad, y como el precio de la carne es inalcanzable de acuerdo a los ingresos, el hueso de vaca da apenas atisbos de un sabor al que no puede accederse. Alimentando el pensamiento hace referencia a esta capacidad de engañar el gusto al que una comunidad es obligada para su supervivencia. Palacios interviene una olla arrocera con estos huesos y con ceniza, dándole un aspecto mortuorio a su obra que pareciera ser la premonición de un futuro adverso y de una resignación constante en la que viven al saber que a pesar de la importancia de su labor están en la cadena más baja de un sistema de producción que es indiferente frente a ellos.
Palacios como artista afrodescendiente habla de su condición y de la sociedad de la que proviene, produciendo su obra a partir de su cotidianidad: “[Los corteros] comparten conmigo sus alimentos o mejor lo que alcanzan a comprar con lo que les pagan; no es un alimento deshonroso pero si es triste la situación social, laboral a la que están sometidos: el trato y la paga es algo esclavizante que me lleva a concluir que en este el horizonte mismo de nuestra vida actual vivimos una democracia esclavista”.
Pigmeo pigmentado es una serie de dibujos que provocan e inducen al espectador a que se pregunte por los orígenes, la historia y las creencias, los tabúes y las idiosincrasias.
A Melecio le interesa abordar los contenidos y la manera como aprendemos; desde lo gráfico hemos sido educados y todo nuestro conocimiento en cierta medida es a través de las imágenes. Nuestro acceso al archivo original es parcializado de esta manera tenemos la facultad de interpretar y reinterpretar la historia misma.