Acciones cotidianas para decir adiós

Luz Adriana Vera

Tejer simbólicamente un cordón umbilical es el principal propósito de este proyecto que ha sido elaborado con lana de oveja, un recurso natural destinado a cuidar y abrigar de las bajas temperaturas especialmente en regiones como Pamplona, Norte de Santander, ubicada en cercanía a los páramos. Son las mujeres en su mayoría las que se encargan de todo el proceso: cortar la lana, lavarla e hilarla para finalmente procesar las madejas. La lana de oveja en este contexto es parte fundamental para la economía del hogar.

Acciones cotidianas para decir adiós son gestos realizados durante más de un año para entender, desde mi proceso, la perdida. Este proyecto es el último ciclo de una serie de videos, fotomontajes y tejidos, que me han permitido entender al cuerpo vivo como movimiento, sonoridad y temporalidad, y a los signos vitales como micro acciones que pasan desapercibidas, pero que nos conectan al mundo.

Pensar el cuerpo ausente nos remite a los objetos y ruinas abandonadas en el espacio. Lo que antes era irrelevante, toma ahora gran importancia ante la ausencia: encontrar cabellos, almacenarlos, perderlos y finalmente atesorarlos.

Un bucle es todo lo que me queda del cuerpo de mamá, una espiral que se convierte en un símbolo temporal que al ser observado a través del microscopio muestra ciclos repetitivos. Para Kierkegaard solo las repeticiones llegan hasta el corazón; él establece que la repetición como reconocimiento es una forma de cierre, pasado y futuro que se fusionan en un presente vivo. De esa manera, en nuestras acciones cotidianas existen pequeños gestos repetitivos que configuran la vida, por eso son tan importantes nuestras rutinas, las maneras en que establecemos uniones y habitamos el instante. 

Así, cuando una persona muere, las conexiones cotidianas se rompen, cuando la madre muere los vínculos familiares y las pequeñas cosas entran en crisis. Cuando un cuerpo muere es despojado de su capacidad vibrátil; lo vibrátil es la posibilidad de conocer el mundo desde la sensación, por eso, un cuerpo enfermo pierde paulatinamente su capacidad de toda experiencia posible. 

En este sentido los registros digitales, las fotografías y las notas de voz pasan a ser la antítesis de un cuerpo ausente, construidos a partir de los principios básicos del electromagnetismo para convertir la voz en vibración, y de esta manera metaforizar la última conversación telefónica con mi mamá en pequeñas ondas vibrátiles. El símbolo de la espiral como un ciclo eterno, es para mí una relación constante entre vida y muerte, que algunas culturas han acogido para representar la forma no lineal del tiempo y la constante conexión que tenemos con el pasado y el crecimiento.