Suspensión
Leonel Castañeda Galeano
“Del primer cuerpo, o del instrumento del alma
Parece que hablar del alma haya caído en desuso. Es el cuerpo el que se muestra; es el cuerpo el objeto de todo cuidado, atención, celo. Y si nos ocupamos del alma, lo hacemos en función del cuerpo, para garantizar su salud, su bienestar, su obediencia a nuestra voluntad. Porque lo que parece más importante es el cuerpo vivo, no el cadáver, que también puede ser quemado para así, no ocupar más sitio en este mundo demasiado abarrotado. El cuerpo muerto es por lo demás siempre el cuerpo del otro: lo que nos interesa, en cambio, es nuestro cuerpo. Más bien diría esta palabra no admite el plural: lo que me interesa es mi cuerpo, y tanto más me gusta cuando menos se hace sentir como algo autónomo y separado de mí, cuando más es el instrumento del que puedo disponer sin obstáculos o resistencias. ¿Qué es la salud si no este mismo dominio sobre el cuerpo? Y no hablo solo de las enfermedades reales: sino también de aquellos contraplaceres que me llevan a comer de modo desmesurado o bien a ayunar, a dormir demasiado o a quedar insomne, o a ser consumido por el deseo sexual o a rehuirlo, a recorrer vertiginosamente calles y países o a quedar encerrado en casa con las persianas cerradas haciendo creer a todos que estoy fuera. Y me limito a los contraplaceres más simples y comunes, que parecen emerger de la resistencia del cuerpo hacia mi dominio sobre él.”
Mario Perniola, El cuarto cuerpo.


